“Existe una gran demanda del servicio jurídico, ya que en ocasiones, tal y como se ha podido constatar, los internos se encuentran desamparados, sin apenas medios para hacer valer sus derechos y con mucho desconocimiento sobre su situación legal y sus posibilidades de actuación”.El objetivo principal de la asociación es ofrecer soporte jurídico a la población reclusa ante el vacío detectado, al tiempo que promueve la reinserción social y se realiza un estudio y seguimiento de los casos. La asociación destaca también la labor formativa desarrollada, ante el alto porcentaje de carencias en este ámbito entre la población reclusa. “Muchos internos no han concluido la educación secundaria, pero es que es un cupo alto el que ni siquiera alcanza a concluir la enseñanza primaria”, señala Armas. En este ámbito, la ONG considera fundamental la comunicación con las secretarías y directivas de centros de enseñanza, a fin de posibilitar la información académica e inscripción de los internos en los cursos.
En cuanto a la intervención psicopedagógica, Tharais Armas explica que “existe mayor reticencia entre la población reclusa y es quizá más costoso la formalización de matrículas en cursos y programas oficiales de enseñanza, debido a la concepción que el preso tiene de sí mismo, de su entorno, en muchos casos marginal, y de su futuro en la calle, bastante pesimista e inflexible. Por ello, es tan importante la posibilidad que ofrece este programa de contar con una figura que los oriente de manera individualizada”.
“Motivamos al interno a entender la formación como una posible y mejor salida sociolaboral, algo que se valora como positivo, siendo cada vez mayor el número de alumnos que termina con buenos resultados, superando los cursos y completando ciclos formativos”, añade.
El voluntariado es una de las armas más efectivas para lograr la reinserción de la población reclusa, si bien con la pandemia descendió su participación y ahora se vuelve a realizar un llamamiento para que se incorporen al proyecto.
“Una de nuestras luchas es que los colectivos sociales puedan también desarrollar su labor en el interior del centro penitenciario, para que la población reclusa tenga acceso a las oportunidades que se ofrecen al resto de la ciudadanía. Lo único que los diferencia es que están pagando la comisión de un delito y están privados de libertad, pero, por lo demás, gozan de los mismos derechos que todos los ciudadanos”, argumenta Tharais Armas.
Área ocupacional
En cuanto a la intervención psicopedagógica, Tharais Armas explica que “existe mayor reticencia entre la población reclusa y es quizá más costoso la formalización de matrículas en cursos y programas oficiales de enseñanza, debido a la concepción que el preso tiene de sí mismo, de su entorno, en muchos casos marginal, y de su futuro en la calle, bastante pesimista e inflexible. Por ello, es tan importante la posibilidad que ofrece este programa de contar con una figura que los oriente de manera individualizada”.
“Motivamos al interno a entender la formación como una posible y mejor salida sociolaboral, algo que se valora como positivo, siendo cada vez mayor el número de alumnos que termina con buenos resultados, superando los cursos y completando ciclos formativos”, añade.
El voluntariado es una de las armas más efectivas para lograr la reinserción de la población reclusa, si bien con la pandemia descendió su participación y ahora se vuelve a realizar un llamamiento para que se incorporen al proyecto.
“El propósito del proyecto es alcanzar una integración social y laboral”
“No llegamos al número real de personas que tienen necesidades”, explica la también pedagoga. Pone un ejemplo: en el momento en el que el número de juristas se ve reducido, el nivel de ansiedad entre los internos aumenta de manera exponencial, con lo que menguan las posibilidades de reducir las situaciones estresantes, fin que se persigue con los programas ocupacionales. “Todo influye”, expone.
Cree asimismo que tampoco se favorece la reinserción si la labor formativa de los internos continúa con las limitaciones educativas con las que entraron. “Desde la Asociación Derecho y Justicia creemos firmemente que para conseguir una reinserción total es preciso involucrar a todas las partes que están relacionadas con el posible delito y su cumplimiento, para que no se repitan las conductas y para actuar en el entorno de los internos, ya que con apoyo de familia y amigos es más fácil que no vuelvan a delinquir”, señala Tharais.
La ONG ha llevado a cabo talleres como la elaboración de una revista por parte de los propios internos, un programa desarrollado durante tres años consecutivos, o cursos de fotografía impartidos por profesionales de la comunicación, junto a ciclos de teatro, de costura o yoga.
Área jurídica
“No llegamos al número real de personas que tienen necesidades”, explica la también pedagoga. Pone un ejemplo: en el momento en el que el número de juristas se ve reducido, el nivel de ansiedad entre los internos aumenta de manera exponencial, con lo que menguan las posibilidades de reducir las situaciones estresantes, fin que se persigue con los programas ocupacionales. “Todo influye”, expone.
Cree asimismo que tampoco se favorece la reinserción si la labor formativa de los internos continúa con las limitaciones educativas con las que entraron. “Desde la Asociación Derecho y Justicia creemos firmemente que para conseguir una reinserción total es preciso involucrar a todas las partes que están relacionadas con el posible delito y su cumplimiento, para que no se repitan las conductas y para actuar en el entorno de los internos, ya que con apoyo de familia y amigos es más fácil que no vuelvan a delinquir”, señala Tharais.
La ONG ha llevado a cabo talleres como la elaboración de una revista por parte de los propios internos, un programa desarrollado durante tres años consecutivos, o cursos de fotografía impartidos por profesionales de la comunicación, junto a ciclos de teatro, de costura o yoga.
Área jurídica
“No llegamos al número real de personas que tienen necesidades”, explica la también pedagoga. Pone un ejemplo: en el momento en el que el número de juristas se ve reducido, el nivel de ansiedad entre los internos aumenta de manera exponencial, con lo que menguan las posibilidades de reducir las situaciones estresantes, fin que se persigue con los programas ocupacionales. “Todo influye”, expone.
Cree asimismo que tampoco se favorece la reinserción si la labor formativa de los internos continúa con las limitaciones educativas con las que entraron. “Desde la Asociación Derecho y Justicia creemos firmemente que para conseguir una reinserción total es preciso involucrar a todas las partes que están relacionadas con el posible delito y su cumplimiento, para que no se repitan las conductas y para actuar en el entorno de los internos, ya que con apoyo de familia y amigos es más fácil que no vuelvan a delinquir”, señala Tharais.
La ONG ha llevado a cabo talleres como la elaboración de una revista por parte de los propios internos, un programa desarrollado durante tres años consecutivos, o cursos de fotografía impartidos por profesionales de la comunicación, junto a ciclos de teatro, de costura o yoga.
“Motivamos para entender la formación como una mejor salida sociolaboral”.
“No llegamos al número real de personas que tienen necesidades”, explica la también pedagoga. Pone un ejemplo: en el momento en el que el número de juristas se ve reducido, el nivel de ansiedad entre los internos aumenta de manera exponencial, con lo que menguan las posibilidades de reducir las situaciones estresantes, fin que se persigue con los programas ocupacionales. “Todo influye”, expone.
Cree asimismo que tampoco se favorece la reinserción si la labor formativa de los internos continúa con las limitaciones educativas con las que entraron. “Desde la Asociación Derecho y Justicia creemos firmemente que para conseguir una reinserción total es preciso involucrar a todas las partes que están relacionadas con el posible delito y su cumplimiento, para que no se repitan las conductas y para actuar en el entorno de los internos, ya que con apoyo de familia y amigos es más fácil que no vuelvan a delinquir”, señala Tharais.
La ONG ha llevado a cabo talleres como la elaboración de una revista por parte de los propios internos, un programa desarrollado durante tres años consecutivos, o cursos de fotografía impartidos por profesionales de la comunicación, junto a ciclos de teatro, de costura o yoga.
Extranjería
Desde la asociación destacan también las actuaciones en materia de extranjería. “Son numerosos los presos extranjeros que se encuentran cumpliendo condena en el centro penitenciario de Tahíche. En su gran mayoría, cuentan con amplio arraigo en la sociedad de Lanzarote o Fuerteventura, tienen familia en las Islas y llevan muchos años viviendo y trabajando en España.
Para ellos, la situación en prisión en muchas ocasiones se agrava con la apertura por parte del Gobierno de expedientes de expulsión”, expone Derecho y Justicia. A estos internos se les asesora para justificar su arraigo en el país frente a órdenes de expulsión.
Por otro lado, también en los últimos años se ha producido un incremento de los internos que ingresan sin conocer ni siquiera el idioma, principalmente de origen magrebí y subsahariano. “Desconocen el idioma, sus derechos y la situación penitenciaria”, matiza Armas.
Reportaje publicado en Diario de Lanzarote